Un balcón en Palermo.
Lunas sin reflejos,
arden en los salones
sometidos por el incienso.
En la calle,
adoquines ausentes del atrevimiento
de tus tacos rojos.
El rimel desolado
de tus versos.
Yace quieto, en la nube
de mis recuerdos.
Nunca tuve tu vientre.
Y no lo olvido.

Tus ojos turcos,
tus caderas negras
y ese satén que me hace mal.
MentesSueltas