
Vereda marrón de vagabundos,
balcones abiertos
con sonidos cercanos al oído.
Misteriosas rejillas de los sótanos
y sombras que juegan,
en un ajado portal de cedro.
Barrio, espacio en el tiempo,
que retiene el alma de un pibe.
Nuestro suburbio, nuestro cosmos.
Barrio, lugar imaginado,
novelesco y añorado por siempre.
La espera nos muerde planeando la vuelta,
que nunca será,
nos vuelve mustios.
Recuerdos y crepúsculos.
La espera, el barrio y el regreso.
Una conjunción inalcanzable.
MentesSueltas