Ella observaba, como levitaba cada tarde por el pasillo central, tocando los bancos con su mano derecha, como apoyando su cuerpo. Parecía que guiaba sus pasos, olfateando verbos, descubriendo con sus oídos los antiguos poemas chinos.
Las tardes de Octubre tenían la marca de sus pasos. Sus tenues ojos grises, mirando un libro de Borges, descubriendo letras, entre las letras.
Ya era Noviembre y Valentina comenzó a extrañarlo. Sus pasos se marcharon con el viento, al temido rincón donde vive el olvido.
Desapareció y el sol comenzó su viaje rumbo a la noche.
No volvió más.
Valentina nunca supo que sólo quería leer, nunca supo que era ciego.
MentesSueltas
A gusto del lector:
Historia breve, de una bibliotecaria solitaria.
Una bibliotecaria solitaria, de historia breve.
Historia solitaria, breve, de una bibliotecaria.